Asfixia neonatal: cuáles son los signos y qué hacer
La asfixia neonatal se posiciona como la quinta causa principal de fallecimiento en infantes menores de cinco años, sucediendo a afecciones como la neumonía, diarrea, infecciones diversas y complicaciones derivadas de nacimientos prematuros. Un análisis divulgado en ScienceDirect señala que cerca del 23% de los decesos neonatales pueden atribuirse a la asfixia neonatal.
En los países desarrollados, la frecuencia de asfixia neonatal ha disminuido drásticamente gracias a los avances en la atención médica y de salud, hasta el punto de que actualmente representa menos del 0,1% de las muertes neonatales. No obstante, continúa siendo un riesgo y una realidad extendida en numerosos países, lo cual amerita ser divulgado y examinado.
¿En qué consiste la asfixia neonatal?
Según la definición de la John Hopkins Medicine, la asfixia neonatal implica una provisión insuficiente de oxígeno al feto antes, durante o justo después del parto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la describe como la falla en iniciar la respiración al momento de nacer.
El Manual MSD cita como causas habituales el desprendimiento de la placenta, el bloqueo del flujo sanguíneo en el cordón umbilical, anomalías en el desarrollo fetal, infecciones severas en el feto, exposición prenatal a sustancias nocivas o drogas, enfermedades graves en la madre o hemorragias maternas intensas. En ocasiones, es imposible determinar con precisión la causa de la asfixia perinatal.
En la mayoría de los casos, como se destaca en diversos estudios, la asfixia al nacer se produce durante el parto. En el recién nacido con asfixia, la hipoxia (deficiencia de oxígeno a nivel de los tejidos del cuerpo) y la isquemia (reducción del suministro de sangre al cerebro) van de la mano, provocando lo que se conoce como daño hipóxico-isquémico.
Asfixia neonatal: síntomas y señales
La asfixia neonatal se identifica clínicamente y se manifiesta a través de los siguientes síntomas:
- Palidez
- Respiración débil o inexistente
- Ritmo cardíaco disminuido
- Tono muscular reducido
- Presencia de meconio en el líquido amniótico
Existen diferentes fases que caracterizan la asfixia neonatal: en la primera hay un período de hipoxia-isquemia global al que le sigue uno de reperfusión y reoxigenación. En la primera fase se produce un daño neuronal primario con necrosis celular, mientras que en la segunda fase, aunque es necesario limitar el daño celular al cerebro, se produce un daño neuronal retardado y secundario.
Los signos de lesión pueden afectar múltiples sistemas orgánicos, incluido el corazón (con hipotensión y color pálido), el cerebro (con letargo, convulsiones y coma), los pulmones (niveles bajos de oxígeno y dificultad para respirar), los riñones (con producción reducida de orina), el intestino (con la consiguiente dificultad para digerir la leche), el hígado (con dificultad para producir proteínas para la coagulación de la sangre) y el sistema hematopoyético (con recuentos bajos de plaquetas y sangrado).
Tratamiento y remedios de la asfixia neonatal
El abordaje terapéutico de la asfixia neonatal es multifacético y se fundamenta en una evaluación exhaustiva que incluye la observación de signos clínicos, la medición de niveles críticos de acidez en la sangre, la valoración mediante la escala de Apgar con puntuaciones de 0 a 3 por más de cinco minutos, la detección de disfunciones neurológicas y la identificación de afectaciones en uno o más sistemas orgánicos, como el respiratorio, circulatorio y digestivo.
El tratamiento de esta condición es urgente y debe ser personalizado, considerando la singularidad de cada caso. Las estrategias terapéuticas pueden incluir la administración de fármacos para estabilizar la función cardiaca, el soporte respiratorio mediante ventilación mecánica, la inducción de hipotermia terapéutica para reducir la temperatura corporal y la realización de transfusiones de componentes sanguíneos.
La reanimación neonatal es un pilar fundamental para disminuir la mortalidad asociada a la asfixia al nacer. Las pautas establecidas por la Organización Mundial de la Salud indican que los neonatos que muestran respiración autónoma y están en contacto con líquido amniótico no meconial no requieren aspiración. En contraste, aquellos expuestos a líquido amniótico con meconio sí necesitan ser aspirados; además, la ventilación con presión positiva es crucial para los recién nacidos con signos de depresión y, si la frecuencia cardíaca no responde adecuadamente tras la asistencia ventilatoria, se debe proceder con masaje cardíaco.
En situaciones donde la asfixia se presenta durante el parto, la realización de una cesárea de emergencia puede ser decisiva.
Consecuencias de la asfixia neonatal
La interrupción o disminución significativa del flujo sanguíneo y, por ende, del oxígeno a los órganos puede resultar en daños severos e irreparables a su funcionamiento. Aunque la mayoría de los órganos afectados por la asfixia suelen recuperarse en aproximadamente una semana, las secuelas en el cerebro pueden ser duraderas. Estas pueden variar en gravedad, desde leves, que no afectan significativamente la calidad de vida, hasta moderadas y graves, que pueden conllevar a dificultades de aprendizaje, retrasos en el desarrollo y parálisis cerebral. Además, existe la posibilidad de que los daños sean tan extensos que el neonato no sobreviva.
*Recuerda, ante cualquier duda consultar a tu profesional de confianza.
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